IDEAS
¿Cuál es nuestra identidad según lo que comemos?
Perú, es un país donde comer casi es un deporte nacional, y como no somos buenos en futbol, y sí somos buenos con nuestra gastronomía, entonces la comida es algo que nos termina definiendo.
Todo parece indicar que lo que debe ocuparnos es cómo nos está definiendo, en un mundo donde cada vez está más vigente aquella frase que dice que ¨somos lo que comemos¨.
Para ello, puede ser un buen ejercicio revisar las distintas denominaciones que están adoptando las nuevas corrientes alrededor de los distintos estilos de alimentación.
Los que comen inteligentemente. De acuerdo a Greenpeace son quienes evitan las sustancias químicas, entre ellas los transgénico, y donde menos siempre es más y major.
Los climatarian. De acuerdo a un reciente artículo publicado en Vox y denominado Climatarian, vegavore, reducetarian: why we have so many words for cutting back on meat, son quienes comen menos carne porque están preocupados por el nivel de emisiones que genera la producción de carne, con respect al clima. Esta es una idea introducida por Mark Pershin, fundador de Australia.
Los reducetarian. Son quienes se ponen al centro de los carnívoros y vegetarianos, y más bien apuestan por reducer la cantidad de carne en su dieta, pero sin ninguna motivación particular. De acuerdo a su fundado Brian Kateman, quien ahora lidera la Fundación Reducetarian, el impacto de que muchas personas reduzcan su consume es mayor que el que solo algunas se vuelvan vegetarianas.
Finalmente, están los sustainatarian, que son quienes cortan el consume de productos de origen animal, pero también apuestan por la reducción de desperdicios. Maxwella Strotbeck, de la Universidad de Carolina del Norte, es su principal promotor.
La idea del artículo al introducirnos a estas nuevas identidades creadas a partir de esa premisa de que somos lo que comemos, es mostrarnos que nuestras elecciones terminan afectando a los demás.
Si uno tiene en cuenta que el promedio de las personas hace tres comidas diarias, aun cuando algunas de estas sean menos importantes que otras, es como si en cada una de ellas pudiéramos hacer una declaración de identidad con lo que consumimos.
Probablemente, en nuestro país, podríamos identificar algunas identidades adicionales, entre las cuales sin duda habría una que reivindica lo andino como más natural y ecológico, entre otras más que se pudieran introducir.
Lo que sí es importante es que si realmente somos lo que comemos, no está demás pensar en cómo nuestras elecciones podrían estar afectando a los demás.
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