PERSONAS
Género en los servicio higiénicos
Cada vez que alguien llega a un establecimiento público y desea usar los servicios higiénicos, busca la puerta que tenga el símbolo de un hombre o de una mujer, según sea el caso. Una persona heterosexual no tendrá problemas en optar por ingresar a uno u otro baño, pero ¿qué debe hacer una persona transgénero (alguien que ha decidido cambiar su apariencia física y cambiar su género de acuerdo a su opción sexual)? ¿Hace uso del tocador de acuerdo al género que dicta su acta de nacimiento, o el que dicta su opción sexual?
Recientemente, en los Estados Unidos, el estado de Carolina del Norte promulgó una ley que llamaba a las personas a hacer uso del baño que correspondiera al sexo asignado en su registro de nacimiento. En respuesta, desde la Casa Blanca el Ejecutivo ordenó que se permitiera a los estudiantes transgénero hacer uso del tocador que correspondiese a su identidad de género, lo cual provocó que la Administración fuera denunciada por 11 estados. Para comprender mejor la decisión del Gobierno central estadounidense, un artículo de Quartz, titulado “The gendered public bathrooms is actually a modern invention”, se refiere a esta situación de las personas transgénero y explica el por qué de los baños separados.
Antes del siglo XIX, en los Estados Unidos los servicios higiénicos eran indistintos tanto para hombres como para mujeres. Sin embargo, a fines de esta época, Massachusetts fue el primer estado en promulgar una ley que exigía que los baños fuesen separados atendiendo a una visión de separación de roles y esferas, según la cual, la virtud de las mujeres debía ser protegida, por lo que se les tenía que separar de los varones.
Como consecuencia de esta visión, el espacio público se convirtió en el dominio de los hombres, mientras que la esfera privada, es decir, la casa, se consideró el habitat de las mujeres. Más adelante, en el siglo XIX, la sociedad presenció la incorporación de la mujer en la vida pública a medida que las féminas se integraron a la fuerza laboral de las fábricas. Para no perder la visión de la mujer como un individuo inherentemente más débil que el hombre, se crearon espacios exclusivos para su uso en diversos lugares, con la aparente intensión de protegerlas. Y los baños y vestidores fueron unas de las primeras zonas en diferenciarse.
Hoy el panorama es aún más complejo. Hay que preguntarse también hasta qué punto es correcto que se diferencien los baños públicos entre hombres y mujeres cuando hay personas que han decidido cambiar su apariencia y género. El estigma que se impone a las personas transgénero produce incomodidad en algunos cuando ven a un mujer transgénero en el baño de damas pues ven a un hombre en el baño equivocado, y viceversa.
Tremendo tema para el debate.
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