IDEAS
El tipo de felicidad que hay que buscar
Por muchos años, el hombre ha intentado definir la felicidad y encontrar la fuente de esta. Los hombres antiguos tenían diferentes teorías al respecto. Algunos creían que nacía del hedonismo, la búsqueda del placer sensual (sensorial). Otros consideraban que la felicidad era el fin máximo del hombre, aquel premio que se nos tenía reservado en la eternidad y que daba valor a los sacrificios terrenales. Sin embargo, Aristóteles formuló una explicación diferente. Para él la felicidad era más que una sensación o una promesa divina, una práctica de la virtud, resultante del esfuerzo de vivir la vida de acuerdo a nuestra razón y búsqueda de la verdad. A esto, el filósofo denominó felicidad eudaemónica.
En ocasiones, las personas olvidamos que somos complejas unidades que comprenden más que una estructura ósea. Somos mente, cuerpo y espíritu interconectados. Y, de acuerdo a estudios, la felicidad en nuestras vidas podría determinarse más que por nuestro ánimo, por nuestra salud, tal como informa el New Yorker en su artículo “A better kind of happiness”
En 2007, John Cacioppo, profesor de psicología y neurociencia del comportamiento en University of Chicago, y Steve Cole, profesor de medicina en University of California, Los Ángeles, junto a otros estudiosos y expertos, llevaron a cabo una interesante investigación que encontró correlaciones entre la soledad y la forma en que los genes se comportan. Los científicos compararon muestras de sangre de un grupo de personas que se sentían socialmente aisladas y muestras de otro grupo de personas que no se sentían así. El grupo de individuos solitarios presentó cambios en las funciones de su genoma, el cual había mutado de tal manera que el riesgo de enfermedades inflamatorias se incrementó y sus respuestas antivirales disminuyeron.
Desde un punto de vista evolutivo, estos cambios serían significativamente beneficiosos ya que ayudan al sistema inmunológico a combatir enfermedades infecciosas y acelera la cicatrización de heridas. Sin embargo, la realidad es que esta condición promueve el desarrollo de las células cancerígenas y la obstrucción de las arterias. Además, incapacita las células cerebrales, lo cual conlleva a enfermedades neurodegenerativas.
Los hallazgos del equipo de Cole, llamaron la atención de Barbara Fredrickson, psicóloga de University of North Carolina en Chapel Hill quien se puso en contacto con Cole y juntos desarrollaron una nueva investigación a partir de la recolección de muestras de sangre de un grupo de personas y su “tipo de felicidad” (eudaemónica o hedónica) que fueron analizadas por Cole para encontrar patrones.
Esta nueva investigación encontró que aquellos que practicaban la felicidad hedónica no presentan cambios en su genoma. Por otro lado, las personas eudaoemónicas son más propensas a mostrar niveles de inflamación bajos y sistemas antivirales altos. Desde entonces se han llevado a cabo otros tres estudios y los resultados han sido los mismos. Los investigadores señalan que no practicar la felicidad eudaemónica puede ser tan perjudicial para la salud como fumar o ser obeso.
Los investigadores concluyen señalando que el secreto para alcanzar este tipo de felicidad se encuentra en los sacrificios que uno realiza para alcanzar sus objetivos. La sensación de satisfacción al obtener lo que se desea, luego de un largo camino de pruebas y complicaciones, es lo que genera esta felicidad.
Se trata de saber que todo el esfuerzo valió la pena.
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