HISTORIAS
Mujeres granjeras
En el Censo de Agricultura de los EE.UU. de 2012, se identificó que había casi una tercera parte de los agricultores que eran mujeres, y, aunque son mucho más que antes las que se identifican como tales y tienen una identidad de granjeras de la que se sienten orgullosas, la primera potencia mundial está lejos de tener normas de género modernas en este sector.
Hoy en día la mitad de los estudiantes de carreras agrícolas sobre todo en el Medio Oeste son mujeres, sin embargo, cuando acaban sus carreras muy pocas de ellas regresan a sus granjas familiares para asumir la dirección de las mismas, porque por alguna razón en el sector agrícola los cambios para que las mujeres asuman roles tradicionalmente masculinos han sido más lentos.
Precisamente, un interesante artículo de NPR, titulado artículo “Sons Are Still More Likely Than Daughters To Take Over The Family Farm”, analiza esta circunstancia.
Una de las jóvenes consultadas en el reportaje, señala que es una regla escrita, que los hijos varones son los que dejan la granja para estudiar y cuando concluyen sus estudios vuelven a la granja familiar para hacerse cargo de la misma.
Sin embargo, cuando son pequeños varones y mujeres participan de las mismas tareas en la granja, tanto para trabajar el campo como para la crianza de los animales, Pero, al final manda la tradición, y así como ellas no deben regresar, los chicos lo deben hacer obligatoriamente.
En otros casos, lo que ocurre es que las granjas familiares tienen a tíos que aún están jóvenes y no están dispuestos a dejarle el lugar a la siguiente generación, aunque estas estén mejor preparadas.
Es más probable que consigan trabajo en granjas de terceros, o trabajen en actividades distintas o relacionadas solo indirectamente con la agricultura, antes que puedan regresar a las granjas familiares.
Por su parte, los varones asumen su rol sin cuestionarlo, y ya saben que su futuro es trabajar en el negocio familiar. Lo que no saben es que ayudarían mucho a sus hermanas si son ellos quienes comienzan a cambiar la tradición familiar y optan por decidir sus carreras en función de su vocación profesional, antes que por esa norma no escrita que encima discrimina a sus hermanas.
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