IDEAS
Monopolio y Competencia
Una de las grandes preocupaciones en los EE.UU. está relacionada con el poco interés que despierta en los Millennials, la posibilidad de crear un negocio propio y dejar de ser dependientes de alguna empresa. Sin embargo, esto no se debe necesariamente a que los millennials son flojos o adversos al riesgo. Nada de eso.
La respuesta se encuentra en la forma en cómo se estructura el mercado actualmente y en la percepción que tienen de este los ciudadanos, al menos en Estados Unidos.
¿Qué quiere decir esa última frase exactamente?
Precisamente, un artículo de The Atlantic titulado “America’s Monopoly Problem”, plantea que la razón por la que no solo los Millennials, sino gran parte de la población estadounidense decide no ser emprendedor tiene que ver con el nivel de concentración que hay en varios sectores del mercado, donde un grupo pequeño de empresas controlan absolutamente todo.
Como consecuencia de ello, las pequeñas empresas perciben como inútil esforzarse para destacar en esos sectores dominados por gigantes que tienen gran influencia en la economía del país. Por esta razón, para algunos los monopolios no permiten el desarrollo de las economías.
De acuerdo al artículo, esto no sería del todo cierto porque no se puede ver el tema como blanco o negro.
La alternativa es privilegiar siempre la competencia que termina beneficiando a los consumidores. Si embargo, esta también es cuestionada porque podría favorecer la protección de compañías y negocios ineficientes y poco productivos, lo cual tampoco hace bien al progreso del país.
Por ello, algunos creen que es preferible que se permita que las compañías grandes y poderosas dominen la industria, ya que con ellas está asegurado el progreso. El problema con eso es que eso les da mucho poder que puede trasladase a ámbitos como el político o el social, ya que dominan la forma en la que consumimos.
El artículo plantea que la solución sea un punto medio: permitir que las empresas crezcan hasta cierto punto, en el cual no tengan poder en demasía ni ahoguen los intentos de desarrollo de las pequeñas empresas.
Si esto es así, el siguiente cuestionamiento sería, “¿qué tan grande debe ser una empresa para que no se le considere mala para la economía?”
El debate sobre el tema tiene más de cien años de antigüedad, pero resolverlo completamente aún no ha sido posible.
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