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El éxito no tiene por qué ser ordenado
Con tanta gente que uno conoce que es desordenada en su vida, en su trabajo y hasta en su familia, es difícil juzgar si son mejores o peores que aquellos que son los abanderados del orden y la organización.
Además, entre los primeros hay grandes ejemplos de gente exitosa y personalmente fabulosa, que más de uno deben haber llegado a la conclusión que lo que puede ser desorden para unos, es organización y orden para otros.
Sin embargo, nuevas corrientes a nivel de recursos humanos, y otras, menos estructuradas como el Feng Shui o el Decluttering japonés, advierten que hay que librarse de todo aquello que le quita la armonía a una habitación, o no trae alegría, según da cuenta un simpático artículo de Bloomberg, titulado If you want to be a slob, be a slob, que analiza la propuesta de Marie Kondo, con su manifiesto sobre el orden titulado, The Life-Changing Magic of Tidying Up: The Japanese Art of Decluttering and Organizing.
Este manifiesto, de alguna manera advierte que el desorden podría quitar oportunidades de conseguir un buen trabajo o un buen ascenso, porque los escritorios desordenados no son muy atractivos para los empleadores.
Felizmente, Tim Hartford, quien escribió el libro Messy: The Power of Disorder to Transform Our Lives en 2005, señala que muchas de las historias de éxito que conocemos han sido construidas sobre cimientos desordenados, sobre el pensamiento lateral, sobre estrategias oblicuas que permiten romper bloqueos creativos, entre otros.
A diferencia de los reclutadores, Hartford señala que ser ordenado, no es per se un valor, y puede ser el reflejo de la rigurosidad para investigar, o buscar en el desorden la llama de la creatividad. Pero también advierte, que vasos sucios, envolturas de dulces y platos con comida, eso ya es otra cosa.
En la práctica, lo que sugiere este economista, es que no se le puede poner reglas a todo y cita para ello, una investigación en la que se comprobó que los entornos de oficina con más cosas facilitan una mayor productividad que los más austeros.
En sus propias palabras, el camino al éxito no tiene por qué ser tan ordenado.
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