PERSONAS
El político brasileño que quiere devolverle la esperanza a la población
Brasil es un país que cada día que pasa pierde más la esperanza: la presidenta está envuelta en un escándalo de corrupción tremendo que ha pulverizado su imagen frente a la población; y dos de sus líderes empresariales más importantes han sido llevados a prisión acusados de haber jugado un rol clave en la red de fraude y coimas de Petrobras que se estima generó pérdidas al Estado por USD 2 mil millones.
A pesar de ello, en Maranhão, un ex-juez Flávio Dino que recientemente asumió funciones como gobernador tras sacar del gobierno luego de 40 años a los Sarneys, una de las últimas grandes dinastías políticas en Brasil, está tomando acciones para mantener viva la esperanza de los brasileños en los políticos.
Dino ha empezado su gestión con algunas medidas que han llenado de esperanza a la población como la cancelación de inexplicables contratos millonarios de proveedores, la lucha frontal contra la corrupción, el fortalecimiento del programa de asistencia a las familias y la propuesta de aumentar los impuestos a los ricos que está defendiendo frente a la Corte Suprema. Gran parte de sus medidas de inicio de gestión se orientaron a desterrar el nepotismo y el mercantilismo de Maranhão. Por ello, Dino suele bromear diciendo que “hizo falta un comunista para restaurar el capitallismo en Maranhão”.
Sin embargo, a pesar de que la población ya ve con buenos ojos los primeros pasos de Flávio Dino al frente del gobierno, el reto que tiene por delante es enorme:
- Maranhão se ubica en el lugar 16 entre los 26 estados de Brasil, si se les mide en función del PBI.
- A pesar de lo anterior, en Maranhão están más de la mitad de las municipalidades más pobres de Brasil.
- Además, Maranhão tiene el segundo peor índice de desarrollo humano entre todos los estados de Brasil.
- La mitad de la población carece de agua potable y 90% no tiene desagüe.
- En Maranhão, la tasa de mortalidad infantil es el doble del promedio nacional.
- La expectativa de vida es 5 años menor que el promedio nacional.
A este enorme reto hay que añadir la dificultad que representa reemplazar a una dinastía que solía controlar no solo la política del Estado sino también las carreteras, los hospitales y hasta las bibliotecas de Maranhão (que incluso llevan el nombre de Sarney). Los brasileños saben que las dinastías generan un círculo vicioso en los países que es muy difícil de romper: primero una dinastía llega al poder y al tiempo se convierte en corrupta y autoritarias; y luego viene otra para reemplazarla y repetir la misma suerte.
Es quizás por esta historia que ya es bastante conocida por los brasileños que incluso lo más optimistas con la elección de Dino prefieren contener sus expectativas respecto al futuro. Por el momento, Dino merece el beneficio de la duda y los mejores deseos de suerte de todos los que confiamos en que algún día un político honesto y capaz nos gobierne.
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