HISTORIAS
Puerto Rico: la Grecia del Caribe
Grecia no es el único país que tiene problemas con sus deudores. La situación fiscal en Puerto Rico se ha venido deteriorando desde hace varios años. Su PBI se ha venido contrayendo por casi una década y su deuda representa el 63% del PNB. Durante el fin de semana largo pasado, Alejandro García Padilla, el gobernador de Puerto Rico, señaló que la deuda del país es impagable y que, por lo tanto, no se podría realizar ningún pago a menos que los acreedores realicen algún ajuste a la deuda actual.
Para García Padilla, el tamaño de la deuda no le permite al país salir del ciclo de recesión y contracción actual. En sus palabras, “no se trata de un asunto de política sino de matemáticas”. En opinión de García Padilla, existe una solución pero esta no es fácil. Para comenzar, Puerto Rico tiene un problema parecido al de Grecia: al estar vinculado a un potencia mundial (Estados Unidos para Puerto Rico; y Europa para Grecia), su margen de maniobra es menor pues debe cumplir con algunas obligaciones o estándares impuestos por Estados Unidos. Para muestra un botón: en Puerto Rico se aplica el salario mínimo de Estados Unidos a pesar de tratarse de economías totalmente distintas.
Sin embargo, ahí no acaban todos los problemas de Puerto Rico, tal como lo señala el informe de Anne Krueger, ex alta funcionaria del FMI y del Banco Mundial, que fuera publicado el domingo pasado. El problema de fondo es que la brecha de financiamiento del gobierno central es de USD 52 mil millones durante los próximos 10 años. Es decir, incluso si García Padilla tiene éxito logrando concesiones de la mayoría de los acreedores de la isla, incluso retrasando el pago de algunas deudas hasta por 5 años, la economía de Puerto Rico deberá crecer para ser sostenible. Y las restricciones que existen en el mercado laboral y la cadena logística son obstáculos que todavía deben superarse.
La bancarrota no es una opción para Puerto Rico pues, al ser un territorio de Estados Unidos y no una ciudad o una municipalidad, no puede acogerse a la protección de bancarrota del Capítulo 9 como, en su momento, se acogió Detroit. Al no ser un país soberano, tampoco puede recurrir al FMI a pedir un rescate como si puede hacer Grecia. Como queda claro, las opciones de Puerto Rico son mucho menores que las de Grecia por sus características específicas. Sin embargo, el problema de fondo de ambos países es el mismo: se trata de brechas de financiamiento del gobierno central que requieren un ajuste importante para retomar una senda sostenible.
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