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Adicción a los fármacos: una amenaza silenciosa
La población norteamericana enfrenta, desde hace algunos años, un serio problema vinculado a la adicción a los fármacos y opioides. El fácil acceso a los medicamentos y la falta de información ha generado una fuerte tendencia a ingerir pastillas para el dolor, como los analgésicos, sin tener en cuenta los riesgos que esto implica. De acuerdo a estadísticas oficiales, el 11% de los estadounidenses consumen fármacos sin fines medicinales, es decir, no los ingieren debido a alguna condición médica sino por adicción.
Lamentablemente, este fenómeno no es exclusivo de la sociedad norteamericana y parece estar propagándose en distintas partes del mundo. Distintos estudios afirman que cada vez más personas desarrollan dependencia a fármacos y opioides y que gran parte de la responsabilidad debe ser adjudicada a los laboratorios farmacéuticos, afirma The Washington Post en su artículo “The opioid epidemic could turn into a pandemic if we’re not careful”.
El artículo titulado “Nonmedical use of prescription drugs in adolescents and young adults: not just a Western phenomenon”, analizó datos de distintos estudios que recopilan información de los jóvenes en Canadá, Australia y Europa donde las personas menores de 20 años registran índices de consumo de fármacos sin fines médicos, similares a los de Estados Unidos. Asimismo, afirma que los estudiantes de escuelas secundarias y universidades en Beirut, Arabia Saudita y China presentan altas tasas de adicción a este tipo de medicamentos. Cabe señalar que en dicho país asiático, uno de cada diez estudiantes han ingerido fármacos sin un propósito medicinal al menos una vez en sus vidas.
La rápida propagación de esta tendencia genera una gran alarma para los expertos que han estudiado la situación de la población de Estados Unidos. Estos señalan que, actualmente, el número de muertes causadas por sobredosis de fármacos es superior al de fallecimientos ocasionados por accidentes de tránsito o armas de fuego y estadísticas del Centers for Disease Control and Prevention, señalan que 62 personas mueren cada día por sobredosis de fármacos.
Este problema tiene sus inicios en la década de los 90, cuando los médicos empezaron a recetar analgésicos para el dolor convencidos por los laboratorios farmacéuticos de que estos medicamentos no generaban ningún tipo de dependencia. Sin embargo, las evidencias han demostrado todo lo contrario. De acuerdo a los expertos, la población estadounidense ha consumido la mayor parte de los opioides producidos en las últimas décadas.
Las medidas implementadas por las autoridades en Estados Unidos y la presión del público ante esta situación ha generado que los laboratorios farmacéuticos migren hacia otras partes del mundo. El problema es que estas empresas parecen no haber aprendido la lección. Ignorando su experiencia con la población norteamericana, estos laboratorios continúan publicitando sus fármacos ante los médicos como completamente inocuos. Los doctores, por su parte, confían en la palabra de estas empresas y, en la mayoría de los casos, no realizan mayores investigaciones.
Es necesario que las autoridades en cada uno de los países alrededor del mundo tomen las medidas pertinentes para regular el expendio de fármacos en sus territorios. El caso de Estados Unidos debe servir como un ejemplo para el resto de naciones que hoy se encuentran en riesgo de correr la misma suerte.
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