IDEAS
Algoritmos, anuncios y derechos civiles
Si bien el Internet brinda enormes cantidades de beneficios para los seres humanos, también existen muchos problemas que genera. Entre ellos, uno de los más complicados es cómo aplicar las leyes al mundo de lo virtual, un espacio tan amplio que permite a muchos mantenerse en el anonimato
En el caso del bullying, un colegio puede tratar de controlarlo dentro de la institución. Sin embargo, ¿cómo se hacen reglas para controlarlo dentro de las redes sociales?, un mundo totalmente ajeno al colegio y, en cierta manera, privado de sus autoridades. Algo parecido sucede con los derechos de las personas y la publicidad, afirma el artículo de The Atlantic, titulado “When Algorithms Don’t Account for Civil Rights”, sobre el que elaboramos esta nota.
La publicidad ha pasado por diversas etapas a lo largo de su historia. Antes de la elaboración de los derechos civiles en Estados Unidos, las compañías podían poner lo que quisieran en sus anuncios. En otras palabras, eran libres de colocar que un barrio era exclusivamente para gente blanca, o que las mujeres estaban excluidas de postular para cierto trabajo. Sin embargo, eso cambió totalmente con el tiempo. Actualmente, es ilegal elaborar cualquiera de estos anuncios. Sin embargo, eso no significa que la discriminación se haya detenido.
Actualmente, las compañías, gracias a las herramientas de información a su disposición, son capaces de recolectar todo tipo de datos de un grupo de personas. Con esto en sus manos, pueden decidir no mostrar ciertos anuncios a personas de color o que vivan en ciertas partes del mundo. Por otro lado, páginas de trabajo que piden rellenar obligatoriamente una casilla de género pueden decidir no mostrar ciertos empleos a personas de cierto género u orientación sexual.
El problema con esta discriminación es que no es obvia. En otras palabras, no parece discriminación a simple vista. Sin embargo, ha habido casos en los que estas opciones han sido utilizadas para excluir a una parte de la población de las mismas oportunidades que el resto. La solución es, en teoría, sencilla. Se trata de hacer que las compañías presenten absolutamente todos sus anuncios, que ofrezcan bienes inmateriales como trabajos, a toda la población, incluso a quienes no les interese. De esta forma, quizás no puedan llegar únicamente a su público objetivo, pero podrían hacer el mundo un poco más justo.
Sin embargo, siendo la publicidad una especialidad que se apoya en tantos estudios para encontrar la manera más eficiente de llegar a un grupo objetivo de personas, es complicado que este ideal se concrete.
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