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El reto de un crecimiento sin contaminación
En muchos países, se ha acusado a los ambientalistas de impactar el crecimiento de las economías por imponer una serie de regulaciones para reducir los niveles de contaminación que algunas actividades generan. Una lectura a partir de esos mismos reclamos podría llevar a creer que las economías de ciertos países han crecido apalancadas en la contaminación, por lo que cuando estas se contraen, los niveles de emisión se reducen.
Si esto fuese así, cuando se recuperen los ritmos de crecimiento, también aumentarán los niveles de emisiones que afectan el medio ambiente. Sin embargo, cada vez hay una mayor conciencia sobre la necesidad de combatir el calentamiento global invirtiendo en energías renovables, incluso en países con grandes niveles de contaminación, lo que podría ser una oportunidad para impulsar un crecimiento sostenible como plantea el artículo de The New Yorker, titulado “Can We Slow Global Warming and Still Grow?”, sobre el que se inspira esta nota.
En los últimos años se han logrado distintos avances en la lucha contra el calentamiento global. Hace unos días, la Agencia de Energía Internacional (AEI) anunció que el 2016 marcó el tercer año consecutivo en el que las emisiones de CO2 permanecieron en el mismo nivel. Al mismo tiempo, la economía mundial creció sin aumentar los niveles de dióxido de carbono, gracias a que algunos países apostaron por orientar sus esfuerzos en las finanzas y servicios que producen menos contaminación.
Esto es un triunfo en el esfuerzo por demostrar que es posible que el crecimiento económico y la lucha contra el calentamiento vayan de la mano. Las economías más grandes se apuntaron a esta tarea gracias a las nuevas tecnologías y a políticas más estrictas, lo cual ha sido seguido por algunos países más pequeños, poniendo en evidencia que es posible cuidar el ambiente sin comprometer el crecimiento.
El problema actualmente es que Estados Unidos, líder en la lucha contra la contaminación y segundo mayor país en generación de emisiones del mundo, podría dar marcha atrás en todo lo avanzado en los últimos años. El gobierno del presidente Trump ha sido claro en cuestiones de calentamiento global, afirmando que se dejará de invertir en investigaciones, y se quitarán las restricciones hechas en el gobierno de Obama, para tratar de fortalecer la industria del petróleo.
El enorme problema con este cambio es que la labor por disminuir la contaminación actual sigue siendo un desafío gigantesco (las emisiones deberían ser la mitad de las que son actualmente para que, al menos, el CO2 deje de acumularse en la atmósfera). Se necesita el ejemplo de países con economías grandes hoy más que nunca, de modo que, cuando se supere la crisis, el mundo haya cambiado su enfoque hacia actividades más sustentables.
El gobierno de Trump no parece tener intenciones de cambiar de opinión, así que la labor queda en los hombros del resto de naciones, como China, país que no hoy en día no puede controlar la contaminación que ya afecta la salud de su población.
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