NÚMEROS
Pescado para la no violencia
El peor rostro de lo que pasa con el incremento de la delincuencia en países como el Perú, se observa cuando se ven a jóvenes con bujías o piedras en la mano, que atacan automóviles en tránsito con el fin de robar las pertenencias de los pasajeros, para luego salir huyendo a repartir lo obtenido y usarlo para comprar drogas, y repetir ese patrón de conducta sucesivamente.
Al respecto, se han planteado innumerables recetas sobre cómo abordar el flagelo de la inseguridad ciudadana y el incremento de la criminalidad (solo por citar un ejemplo: 24 homicidios por cada 100 mil habitantes, aun cuando hay 10 países por debajo de ese promedio en América Latina y El Caribe) que atenta contra la calidad de vida de la población que vive a salto de mata.
Por eso, ha llamado la atención un reciente artículo de Mariana Kaipper del Banco Mundial, titulado Atención prenatal o consumir pescado, dos formas innovadoras de prevenir la violencia, donde analiza una serie de iniciativas de programas que se han tomado en los distintos países de América Latina y El Caribe para corregir este problema en diferentes etapas de la vida de las personas que llegan a delinquir.
Precisamente, el Banco Mundial hizo una recopilación de las distintas fórmulas que se han usado para abordar el crimen, en el documento “Fin a la Violencia en América Latina: Una mirada a la prevención desde la infancia a la edad adulta” a partir de las cuales Kaipper concluye que no hay una fórmula única para lidiar con el incremento de la criminalidad.
Por lo que cita un conjunto relevante de aspectos que se deben considerar en el diseño de cualquier estrategia.
- Nunca es demasiado temprano para prevenir.
- Evitar que corra en la familia.
- Más tiempo en la escuela.
- Trabajo (pero de calidad)
- Un poste de luz.
- Prohibido tomar alcohol.
- Comer pescado.
- Dar amor.
En todos los casos, estas recetas tenían el respaldo de estudios que consistentemente establecían por ejemplo que los bebés cuyas madres fueron visitadas durante dos años después del nacimiento, fueron menos propensos a escapar del hogar o ser arrestados; que la criminalidad paterna es predictor de comportamientos delictivos; que pasar más tiempo en la escuela reduce la tasa de delitos; que una oferta de empleos de calidad reduce los niveles de violencia; que más iluminación en las calles, aumenta el control social sobre lo que ocurre en una comunidad; y, finalmente que cuanto más se restrinja el consumo de alcohol, más se reducen los índices de homicidios.
Lo que sí era poco conocido es que mejorar la nutrición con ácidos grasos esenciales que se encuentran en los pescados, atenúa el comportamiento agresivo. Estos ácidos grasos también están presentes en semillas, frutos secos y aceite de oliva.
Si cualquiera de estas alternativas va acompañada de demostraciones de afecto y solidaridad, los resultados pueden ser mejores en el esfuerzo por reducir los comportamientos hostiles e incluso, resocializar a quienes han delinquido.
Así que harían bien los hacedores de políticas en dar una revisión a estas acciones que podrían servir para el diseño de políticas que contribuyan a sacar a los chicos de las calles.
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