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Los cargos se quedan en la puerta
Mientras todos repiten que la clave para que todo funcione en el mundo de la política y empresa es crear consensos, cada vez suena más fuerte la corriente que asegura que lo más importante es una actitud colaborativa.
En recursos humanos, el perfil de un trabajador colaborativo es el de alguien flexible que se adapta a las necesidades de los proyectos y promueve entornos para que la comunicación sea fluida porque más que dar la razón a una postura u otra, lo importante es que en el proceso se haya escuchado a todos. De acuerdo a lo que señala un interesante artículo de Expansión, titulado De trabajar en equipo al trabajo colaborativo, los profesionales que mejor encajan son los que no trabajan por objetivos individuales y tienden a confiar y ser generosos con los otros.
Las empresas tecnológicas promueven este tipo de filosofía que da oportunidad para que cualquiera aporte las grandes ideas, pero aún no llega a generalizarse porque se sigue pensando que el trabajo en equipo es lo que debe primar.
Sin embargo, este enfoque no reconoce que la tecnología ha modificado el entorno donde se toman decisiones y hoy en día resulta más importante la forma en que esa misma tecnología permite interacciones que promueven aprendizajes.
Esto significa que hay que cambiar el chip de los reclutadores que viven buscando encontrar personas que demuestren que saben trabajar en equipo, cuando en lugar de eso deben buscar personas que tienen la flexibilidad para trabajar colaborativamente todo el tiempo y adaptarse a los contextos en función de las señales que recibe en las interacciones.
Estos entornos promueven más la creatividad e innovación porque no hay nada definido de antemano, sino que el aprendizaje puede ser espontáneo. Los trabajadores no necesariamente tienen el mismo jefe para todos los proyectos, sino que son capaces de cumplir roles diferentes en distintos proyectos, para lo cual las etiquetas o los cargos no ayudan mucho.
Lo importante bajo esta filosofía es que se tenga un objetivo común y estimular a quienes ayudan a crear valor real en las empresas, para que no solo cumplan con sus tareas sino que induzcan todo el tiempo a pensar fuera de la caja.
Cuando esto ocurre, más que un liderazgo definido, lo que hay es un grupo humano que tiene claras sus metas y todos trabajan por conseguirlas, aun cuando no haya consenso pleno sobre la forma de hacerlo.
La bondad de migrar hacia este nuevo enfoque con el que se percibe el mundo laboral que estimula la innovación es que se puede trabajar remotamente, es decir, que el trabajo puede ser no presencial.
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