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Conventos & Negocios

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En un convento de clausura pueden vivir 21 monjas y su mantenimiento cuesta unos USD 7 mil en Europa.
01 de mayo de 2019
Red star
Por qué es importante
Las monjas están demostrando que su religiosidad no está reñida con su vocación de trabajo.

Si bien resulta claro que en el mundo de la religiosidad, hay que ponerse en manos de la providencia, lo cierto es que la Seguridad Social siempre va a responder: A Dios rogando y con el mazo dando.

Precisamente, esa es la realidad de un convento de clausura en Godella, Valencia, cuyas monjas, han tenido que empezar a vincularse al mundo empresarial para poder sostener su infraestructura y el pago del seguro de salud de sus miembros.

Como bien ha señalado la Conferencia Episcopal de España, según reporta el diario El País, en su artículo titulado “Talento de clausura: las monjas se pasan a la empresa para subsistir”, este es un problema que se extiende a unos 9 mil religiosos de clausura que optaron por la vida contemplativa y que viven en unos 800 monasterios.

España es el país del mundo que tiene más monjas que optaron por este camino. Se estima que cada convento está integrado por un promedio de 21 monjas y requieren 6 mil euros mensuales para mantenerse, fuera de imprevistos como humedades, limpieza de paredes, entre otros.

Hoy los conventos viven de donaciones, elaboración de productos, hospederías y colaboraciones con empresas, ingresos que les permite mantenerse, pagar necesidades urgentes y hasta alimentar a familias necesitadas.

Entre las cosas que están dispuestas a hacer esta digitalizar y escanear documentos, así que esta es una alternativa interesante también para congregaciones de otros países. El Banco Santander destaca que las monjas con las que ellos trabajan son muy eficaces y comprometidas.

Otro rubro en que destacan es el de la venta en Internet, donde ofrecen dulces, ropa de bebé, bordados o encargos de plancha. En esta categoría también trabajan con clientes importantes como El Club Gourmet de El Corte Inglés, entre otros.

En algún caso, también crían gallinas para la cena de nochebuena, las cuales son demandadas como gallinas de convento. Sin embargo, al ser negocios estacionales, no ayudan con los gastos de todo el año.

Las monjas están demostrando que su religiosidad no está reñida con su vocación de trabajo.