IDEAS
La remuneración mínima diferenciada
El salario mínimo en Perú y en el resto del mundo es un tema de discusión cada vez más frecuente, motivado principalmente por el incremento de la desigualdad y por el reclamo de los trabajadores por mejores condiciones de trabajo.
En Estados Unidos, las presiones y el debate poco a poco se están zanjando con incrementos voluntarios de las empresas o con aumentos dispuestos por los distintos Estados. La noticia más reciente respecto del tema es que el nuevo gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, ha recomendado subir el salario mínimo a USD 15 por hora, un incremento de casi 70% del nivel actual. Esta es una victoria para los trabajadores de las cadenas de comida rápida que hace casi cuatro años salieron a las calles a reclamar mejoras salariales.
Como parte de este tira y afloja, en el resto del mundo, la discusión ha ido incluso más allá pues se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de fijar un ingreso mínimo para toda la población. Quienes son partidarios de esta medida extrema y costosa señalan que incluso Friedrich Hayek en su libro “The Constitution of Liberty” calificaba a la necesidad de asegurarle a toda la población condiciones de vida mínimas como indiscutible.
En Perú, este debate se produce en el marco de una desaceleración económica más larga y pronunciada que la esperada por la mayoría de analistas. Evidentemente, no se trata del mejor momento para discutir el tema. Sin embargo, la economía de la mayoría de peruanos y sus familias que se sostiene con ingresos atados a la remuneración mínima no permite una mayor postergación.
En este contexto, existen tres posturas bastante marcadas: en los dos extremos están aquellas que apoyan incondicionalmente un incremento de la remuneración mínima o que lo rechazan del todo. En el centro está precisamente la posición más interesante y que vale la pena analizar. Diversos analistas han propuesto establecer remuneraciones mínimas diferenciadas. ¿En función de qué? Los expertos señalan que podría fijarse una remuneración mínima diferenciada en función de la productividad regional o en función del tamaño de las empresas. Como resulta obvio, la segunda opción es mucho más fácil de administrar que la primera.
Quienes plantean la conveniencia de contar con una remuneración mínima para empresas medianas y grandes y otro para las micro y pequeñas tienen razón cuando advierten que estas tienen productividades y capacidades financieras distintas. Sin embargo, la productividad, si bien es un elemento indispensable en la formación de los salarios en una economía de mercado, no debería ser un obstáculo para la determinación de una remuneración mínima pues esta tiene una naturaleza algo distinta.
La remuneración mínima fija un estándar mínimo nacional, así como lo hacen las regulaciones ambientales, sanitarias, financieras, los mecanismos de protección a la inversión, entre otros. Por ello, la discusión sobre el tema no debería centrarse en si vale la pena establecer un estándar doble o no sino en si el monto de la remuneración mínima actual es el adecudado. Quienes reciben la remuneración mínima suelen desafiar a los comentaristas y analistas a intentar mantener un hogar con esta cantidad de dinero. Esta quizás sería una prueba ácida para determinar si el nivel actual requiere ser incrementado o no. ¿Tú qué piensas?
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