IDEAS
La tonta competencia del gasto
Si manejas auto, seguramente en más de una ocasión has terminado acelerando más de lo prudente simplemente para ganarle a quien veías como tu competidor de turno. Si tuviste mala suerte, quizás hasta terminaste chocando o dañando tu vehículo.
Si haces algún tipo de deporte como correr o levantar pesas, lo más probable es que te haya ocurrido algo similar y que, por competir tontamente, hayas terminado con los músculos contracturados o con dolores en las articulaciones.
Lo curioso de este tipo de comportamientos es que una vez que pasan ni nosotros mismos conseguimos explicarnos cómo pudimos haber sido tan tontos para comportarnos de una forma que va tan claramente en contra de nosotros mismos. Lo sorprendente es que mientras estamos metidos en la tonta competencia, no nos damos cuenta.
Algo similar ocurre con el gasto. Es muy frecuente que nuestra felicidad no esté determinada por lo que hacemos o tenemos sino por lo que otros hacen o tienen.
Piensa en el caso de tu colega que la semana pasada llegó a la oficina con un iPhone6. Luego recuerda las discusiones que tuviste con tu novia o tu esposa cuando tratabas de explicarle por qué a pesar de que no consigues pagar las deudas de tu tarjeta de crédito, es una buena idea cambiar tu iPhone5 que todavía funciona de maravillas.
O recuerda la escena que protagonizaste en el restaurante la semana pasada cuando te animaste por comer, tomar (y gastar) más de lo que planeabas simplemente porque eso hacían en la mesa de al lado.
La tonta competencia del gasto, que es igual a la tonta competencia de quién levanta más peso o quién maneja más rápido, se origina cuando perdemos de vista que lo que más importa en lo que hacemos son nuestros objetivos y no los de los demás. Aunque en más de una ocasión te parezca que importe, realmente tu felicidad no depende de lo que quiera o haga tu colega o tu vecino, sino de lo que tú quieras o hagas.
Así que antes de experimentar el dolor financiero al que conduce la competencia del gasto, piensa bien en cuáles son tus objetivos y solo gasta aquello que sea consistente con ellos. Eso, aunque no lo creas, te terminará haciendo más feliz a ti y a tus seres queridos.
Publicar un comentario