El costo de la ineficiencia del Estado

En Oe! no tenemos ninguna agenda ideológica. Por eso es que en más de una ocasión hemos tratado de convencerte de que la eficiencia es un atributo que no se determina por una postura ideológica o por la composición accionaria de una entidad sino por la calidad de la gestión y los indicadores de desempeño de esta. Por esta razón es que es igual de fácil encontrar organizaciones públicas y privadas eficientes e ineficientes. 

Lo que diferencia a una economía moderna es que sus instituciones, tanto públicas como privadas, son más eficientes y, por ende, tienen una productividad mayor. 

Las empresa privadas que son poco productivas, en industrias altamente concentradas y con barreras a la entrada, pueden terminar extrayendo más rentas de los consumidores que las que serían posible obtener en un entorno más competitivo. Es decir, pueden terminar haciéndole pagar a los consumidores más por menos.

Sin embargo, un Estado ineficiente también puede convertirse en un lastre para la productividad de un país. Uno de los canales a través de los cuales la ineficiencia del Estado afecta a la economía es a través de la productividad de las empresas. Así como lo oyes: un aparato gubernamental eficiente es capaz de afectar negativamente la productividad de las emrpesas. La buena noticia es que el efecto inverso también aplica: un Estado más efiiciente es capaz de hacer más productivas a las empresas.

En el estudio realizado por Raffaela Giordano, Sergi Lanau, Pietro Tommasino y Petia Topalova que analizó la productividad de 400 mil empresas en Italia, se encontró que si una empresa operaba en una provincia donde la calidad de los servicios del gobierno era superior al promedio, entonces sus trabajadores podrían ser hasta 13% más productivos.

La eficiencia del sector Estatal afecta la forma en la que un gobierno es capaz de transformar cada sol invertido en servicios de salud, educación, seguridad,  justicia, protección a los menores, manejo de residuos sólidos, entre otros. La regulación en este contexto (o la tramitología como se le conoce en Perú) es otro de los componentes a través de los cuales se mide la eficiencia del Estado. Mientras algunas de estas funciones son responsabilidad del gobierno nacional, otras están en manos de los gobiernos locales. Sobre esta distinción, un resultado interesante del estudio de Giordano y sus coautores es que la ineficiencia que más golpea a las empresas es la del gobierno nacional antes que la de los gobiernos locales. 

Los resultados de este estudio son valiosos para reflexionar en el Perú sobre la importancia de invertir en hacer un gobierno nacional más eficiente y sobre la oportunidad que tienen los gobiernos locales para atraer a la inversión privada con ambientes para los negocios más simples y predecibles. Lo que pueden ofrecer es claro: mayor productividad y, por ende, más creación de riqueza.