PERSONAS
La conversación más importante de los enfermos terminales
Atul Gawande, tiene 49 años, es un cirujano del Hospital Brigham and Women de Boston, un colaborador habitual de la revista New Yorker y autor de tres libros que son considerados bestseller, incluyendo su último trabajo, Being Mortal: Medicine and What Matters in the End.
En su libro aborda un tema sobre el cual a nadie le gusta hablar: el dilema de qué hacer ante un diagnóstico de enfermedad terminal: tratarse o no tratarse, y los cuidados de un enfermo terminal.
Gawande señala que las escuelas de medicina preparan a los médicos para dar información a los pacientes y que estos tomen la decisión sobre cómo afrontar el diagnóstico. Sin embargo, plantea que es mejor preguntarles cuáles son sus prioridades en el tiempo que les queda y darles las opciones en función de eso.
El asunto es que muchas veces es complicado porque no todas las personas que tienen diagnósticos terminales tienen los objetivos claros de lo que quieren hacer en su tiempo de vida. Además, en buena parte de los casos, los pacientes se aferran a cualquier tratamiento aun cuando las posibilidades sean escasas.
Al respecto, afirma que por naturaleza los seres humanos tendemos a luchar, intentar aun cuando esos intentos nos traigan mayores sufrimientos. No son muchos los casos, en los que se elige la alternativa de preferir unos pocos buenos días de los últimos días de la vida antes que tener solo malos días hasta el final.
Por eso, Gawande señala que es muy importante que el paciente tenga la capacidad de preguntarse lo que está dispuesto a renunciar por algo de tiempo más de vida.
En una reciente entrevista que le hace Spiegel, Gawande comparte la historia personal de la muerte de su padre también por una enfermedad terminal y lo difícil que fue hablar de estos temas con su padre, quien también era médico. Sin embargo, reconoce que hay que intentar tener esa conversación con el familiar cercano para hablar sobre la muerte, porque una vez que se logra tener esa conversación, la familia logra saber lo que ese ser querido quiere sin sentir que se ha renunciado a él.
Los pacientes terminales tienen mucho tiempo para pensar y la mayoría de las veces ya han construido mentalmente cada minuto de lo que les queda de vida, pero no se atreven a decirlo y los familiares tampoco a preguntarlo. Pero hay que pensar que hablar de cómo se quiere morir es en realidad hablar de cómo se quiere vivir hasta el final.
No hay que tener miedo a eso. ¿No crees?
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