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Diseñar para la gente y no para el ego

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Maxwell Mutanda, un arquitecto de Zimbabue que vive en Londres, ha desarrollado una propuesta para mejorar condiciones en las que trabajan los informales en Harare su ciudad natal.
03 de mayo de 2016
Red star
Por qué es importante
La propuesta de Mutanda confirma lo dicho por la presidenta Bachelet sobre la obra de Aravena: la arquitectura es la más política de las artes.

Eso es lo que cree que hay que hacer Maxwell Mutanda, un arquitecto de Zimbabue que cree que la arquitectura debe estar al servicio de la gente y no servir solo para alimentar el ego de los propios arquitectos.

Muy similar a lo que está haciendo el chileno Alejandro Aravena, cuya obra ya ha sido galardonada y de la que damos cuenta en un par de notas anteriores, una de las cuales es “El arquitecto de las viviendas incrementales para los pobres”.

Según detalla el artículo “A Zimbabwean architect builds for the “forgotten economy” by letting people design for themselves” del portal Quartz y sobre el cual surge la idea de esta nota, Mutanda, quien trabaja en un estudio en Londres ha querido contribuir con lo que sabe hacer para promover un cambio en la forma en que trabajan los ambulantes en su pueblo natal, Harare. Como se sabe, la economía informal en Zimbabue aporta buena parte de los ingresos a la economía nacional, en la medida que tienen mucho ingenio para vender de todo y en cualquier lugar, desde pequños quioscos, ataudes, carretillas y en las maleteras de los automóviles.

Sin embargo, el mayor problema es que no tienen acceso a niveles básicos de salubridad ni de agua potable. La idea de su proyecto es ofrecerles soluciones con las cuales pueden mejorar las condiciones de ambiente, infraestructura y recursos que tienen sus "poco convencionales establecimientos de trabajo".

Entre las alternativas que ofrece están mejorar los materiales de los cuales están construidos sus puestos, instalarles inodoros y grifos con agua, colocar sombrillas que capturen y purifiquen el agua de la lluvia, que hagan lo mismo con la energía solar, y también los cubran de ésta, entre otros.

La idea en ningún caso ha sido imponer un patrón que todos los ambulantes deben serguir, sino ofrecerles soluciones para mejorar las condiciones en las que ejercen su actividad, aunque –desde nuestro punto de vista– un poco de uniformidad no vendría mal al orden y la armonía de Harare en Zimbabue.

Lo interesante de la propuesta de Mutanda es que sigue el enfoque que la presidenta Bachelet destacaba hace poco sobre la obra de Aravena, indicando que está poniendo en evidencia que la arquitectura es la más política de las artes. Mutanda está haciendo lo propio al llamar a diseñar para la gente y no para los arquitectos.

En eso reside lo destacable de su propuesta que ojalá otros arquitectos sigan.