NÚMEROS
El negocio del cáncer
Las estadísticas que Perú dispone sobre el cáncer son bastante malas como para poder realizar mayores investigaciones respecto de los factores que podrían estar incrementando su incidencia como la contaminación del agua con metales o quizás la del aire cargado de partículas cancerígenas. Sin embargo, son lo suficientemente buenas para probar que se trata de un problema considerable: se trata de una enfermedad por la que cada año mueren más de 25 mil peruanos.
En economías desarrolladas, ya sea gracias sistemas de salud públicos modernos y de cobertura universal o a exclusivos seguros privados, las personas que contraen cáncer tienen acceso a tratamientos modernos que les permiten curar la enfermedad o detener su avance y mantener su calidad de vida por un período prolongado. En Perú, las condiciones en las que una persona de clase media diagnosticada con cáncer debe afrontar la enfermedad son bastante modestas. Si se trata de una persona pobre, las condiciones llegan al extremo de lo lamentable.
En el marco de la negociación del capítulo de propiedad intelectual del Acuerdo Transpacífico, se está discutiendo la posibilidad de ampliar la vigencia de las patentes de medicamentos para tratar enfermedades como el cáncer. Para los pacientes con cáncer y sus familiares, la ampliación del plazo sería una pésima noticia. Para las empresas farmacéuticas no, especialmente considerando que como los tratamientos de última generación contra el cáncer todavía no llegan a Perú, lo que se comercializa en el mercado local es básicamente lo que ya no se vende en los países del primer mundo.
El interés de las empresas farmacéuticas por extender la vigencia de las patentes puede parecer reprochable. Sin embargo, el negocio farmacéutico es como cualquier otro y, por ende, el desempeño de sus gerentes es medido por su capacidad para generar utilidades para sus accionistas. Vender más y más caro es el camino más corto para conseguir mayores utilidades.
No cabe duda que en los próximos años las empresas farmacéuticas venderán más: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de casos de cáncer crecerá en cerca de 70% hasta el 2035. En este contexto, para maximizar sus utilidades, las empresas farmacéuticas solo requieren tratar de mantener los precios más altos posibles. Esto es lo que dichas empresas están tratando de hacer y lo que están haciendo en el resto del mundo: en Estados Unidos, en los últimos 5 años, los costos mensuales de los tratamientos contra el cáncer se incrementaron en 39% y la duración de estos se elevó en 45%.
Paradójicamente, según los científicos, el momento para acabar con el cáncer es ahora. Cada vez, la ciencia está más cerca. El problema es que mientras la ciencia se acerca, los precios que cobran las empresas por los medicamentos se alejan cada vez más. Actualmente, existen medicinas contra el cáncer cuyo costo mensual puede acercarse a los USD 10 mil y otras cuyo tratamiento completo puede superar los USD 150 mil.
Si bien es cierto que es precisamente la innovación de las empresas farmacéuticas la que permita acercarse cada vez más a la cura contra el cáncer, es indispensable que los países cuenten con los mecanismos para asegurar que los pacientes puedan acceder a las medicinas. Una medida que se viene discutiendo en economías desarrolladas es la posibilidad de establecer un monopsonio (comprador único) para las medicinas contra el cáncer, de manera que el poder de negociación de precio de un agente que represente a todos los pacientes de un país sea mayor de cara a las empresas farmacéuticas. Esta alternativa, por supuesto, tiene simpatizantes y detractores. Afortunadamente, sobre lo que existe consenso es sobre que algo hay que hacer. ¿Tú qué opinas?
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