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¿Estamos criando niños y adolescentes infelices?
El tema de dejar a los niños jugar y preocuparnos por no anticipar la exigencia de habilidades académicas en el kindergarten, ya ha sido tratado en anteriores notas como Deje que sus niños aprendan jugando, o ¿Habilidades académicas en el kindergarten?, donde llamábamos la atención sobre el incremento de las expectativas académicas (alfabetización, matemáticas, música, entre otros) para los niños que asisten al kindergarten, en lugar de usar ese tiempo para que jueguen y tengan mayores interacciones sociales.
Ahora, un nuevo estudio de Quartz, denominado “Why are our kids so miserable?”, alerta sobre el incremento de casi dos veces del número de colegiales que buscan ayuda psicológica, que el que había en los ochenta.
Para ello, cita un artículo denominado Time Period and Birth Cohort Differences in Depressive Symptoms in the U.S., 1982–2013, de Jean Twenge, un profesor de psicología de la Universidad de San Diego, el cual se basó en cuatro estudios anteriores en los que analizaron 7 millones de personas.
En estos estudios, Twenge descubrió que los estudiantes colegiales solían recurrir a profesionales en busca de ayuda psicológica mucho más que lo que hacían anteriormente; tenían más dificultades recordando cosas que en anteriores épocas; y, el 73% de los estudiantes en los estudios reportaban tener más problemas para dormir que aquellos de los 80s.
Para el investigador, estas constataciones reflejan síntomas de depresión y una gran cantidad de sufrimiento. Lo más preocupantes es que como consecuencia de esto, cuando estos colegiales llegan a la vida universitaria, se sienten afectados por casi cualquier cosa: desde obtener malas notas hasta terminar una relación, y, otros factores, que han afectado a generaciones previas.
La buena noticia es que hay una explicación a lo que está pasando. Se trata del cambio en el sistema educativo primario e inicial.
En concreto, la sustitución del juego en las clases, por convertir la educación inicial en el nuevo primer grado, menospreciando lo que lleva implícito en hacer, por ejemplo, una simple ronda.
De acuerdo a Twenge, tomarse de la mano, ayuda a los niños a crearse una conciencia de grupo y permite que el cerebro de estos se desarrolle.
Los niños aprenden mientras juegan y cuando ese tiempo se sustituye por clases académicas, se impide que los niños se desarrollen personalmente y aprendan a enfrentarse a las rupturas de relaciones, a perder, a fallar en un examen, entre otros.
Los padres tenemos una gran responsabilidad en la felicidad de nuestros hijos, no contribuyamos a su infelicidad, impidiéndoles hacer algo que les servirá para toda la vida.
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